sábado, 31 de julio de 2021

PYTHON: UN GRAN DESAFÍO PARA LA ENSEÑANZA EN LA ESCUELA

Los proyectos  que puedan introducir al alumnado (desde los 10 años aproximadamente) en la programación con código textual sin dudas hoy estarán realizados en Python, en nuestro nuevo libro TECNOLOGÍA CREATIVA 2. Obra que traerá más casos policiales, islas y proyectos de tecnología.

El desafío de complementar e incluso a veces comparar las soluciones con Scratch y con Python me resulta muy atractivo, especialmente porque creo que los chicos necesitan aprender a escribir código para ingresar en la programación de computadoras por un lado, y por contar con este lenguaje que por su "sencillez" en comparación con otros, permite al igual que Scratch, entender conceptos básicos como la variable, la iteración, el condicional, las listas,  la interacción con el usuario mediante la introducción de datos como también realizar propuestas creativas aplicadas a la lengua, la matemática o el arte, entre otros.

TECNOLOGÍA CREATIVA

sábado, 24 de julio de 2021

COLLAGE DIGITAL INTERACTIVO, INSPIRADO EN UN CUENTO DE LIDIA NICOLAI



Para interactuar con la aplicación, clickeás la bandera verde para arrancar una primera disposición aleatoria de las imágenes, con tamaños también al azar. Podés hacerlo varias veces hasta que te gusten esos atributos, luego podrás arrastrar cada uimagen y clickearla hasta lograr la intensidad o nivel que te guste de transparencia. La idea es que puedas generar diferentes producciones con el mismo material, enfatizando aspectos en uno y otros en los demás. 
 
EL LIBRO 
(cuento en el que se inspira esta aplicación, programada en Scratch)

Corrí y alcancé el atestado colectivo de las ocho. Me desplacé entre la gente y logré ubicarme en la mitad de atrás. Dos pasajeros me apretujaban de costado y, a la altura de mi estómago, mi cuerpo casi tocaba la cabeza de una persona sentada cuyos pelos brillantes llamaron mi atención. Me los quedé mirando, hasta que una frenada brusca inclinó mi cuerpo hacia la izquierda y me permitió descubrir que se trataba de una mujer que sostenía un libro sobre su falda verde. 
Las manos de la mujer cerraron y abrieron las tapas varias veces con cierta brusquedad. El movimiento me hizo pensar en un aplauso dedicado, y ése fue el instante en que mi vida tomó un curso nuevo. Por supuesto que esto lo pensé después, porque en ese momento sólo me dejé cautivar por los labios de la mujer: se movían al paso de las hojas como una mariposa roja aleteando sobre un campo verde vivo. 
Un sacudón en una bocacalle con cunetas profundas, y fui a dar con todo el peso de mi cuerpo contra la señora menuda que tenía a mi izquierda la que, no obstante, mis disculpas, me echó una mirada de reproche. Un segundo después, bien erguida, volví a la brillantez del pelo y de ahí al libro en primer plano: se levantó despegándose del regazo de la mujer y se movió hacia mi izquierda. Desde mi posición, otra vez presencié el remedo de aplauso. El libro abierto, quieto por unos instantes, se acomodó de tal manera que pude leer: "y el aire fresco que entraba por la ventana la hizo tiritar. Se vistió lo más rápido posible y salió a la calle con los pelos aún mojados. Se le había hecho un poco tarde pero el colectivo parecía estar esperándola." 
El texto se me ofrecía para su lectura en una posición tan cómoda que rogué en silencio que la dueña me permitiera terminar antes de cambiar de página. Pasados unos minutos supe que llegaríamos al final. La primera persona del plural viene a cuento porque, a esa altura del viaje, las dos leíamos sincronizadas. 
Pero ahí no terminó todo. No había acabado de pensar "he aquí un buen cuento" cuando la mujer se puso de pie y, extendiendo su mano derecha, me ofreció el libro. 
―Tómelo ―me dijo con voz firme―, es suyo. 
―No ―atiné a decir retrocediendo un paso―, no es mío. 
―Sí ―dijo imperativa―, tiene que tomar la posta. 
Tomé el libro y me senté, mientras la mujer, muy apurada, se apeaba. Leí:"La cabeza con los pelos brillantes que tenía justo debajo de sus ojos ocupó su atención por unos minutos..." El texto relataba lo que me había sucedido desde que me detuviera junto al libro, aún antes de descubrirlo. Y bastaron unos segundos para darme cuenta de que se había ido escribiendo a medida que experimentaba con él. Tenía ante mí un trozo de mi historia. El final de mi cuento era algo inesperado y me daba esperanzas sobre un amor que ya creía perdido: un futuro posible; una alternativa que mi mente aún no había vislumbrado. En segundos descendería del colectivo. 
El hombre de bigotes, parado al lado de mi asiento, tomó la posta −con más naturalidad de la que había hecho gala yo, debo decir −aunque no pudo evitar mirarme con los ojos claros muy abiertos y los labios esbozando un ¡oh! silencioso. 
Y bajé apurada, aleteando, y recordé la mariposa roja sobre el campo verde vivo.

martes, 20 de julio de 2021

SEGUNDO CUMPLEAÑOS, EN PANDEMIA Y LOS ALUMNOS

Por segunda vez, desde que comenzó la pandemia y la enseñanza virtual, algunos de mis alumnos envían su saludo, esta vez en su mayoría ¡¡por escrito!! 

SALUDOS DE MIS ALUMNOS

EL ÚLTIMO RECUERDO, POR CLAUDIO FRESCO


Nunca me gustó la casa de mi abuela. Las temporadas en que mis padres, me instalaban allí, como si fuera un artefacto que había perdido utilidad, aún hoy, las recuerdo como un castigo sin motivo. Esas transferencias de dominio, sucedían cuando la relación entre ellos, estaba al borde de la intervención policial o cuando recuperaban el estado idílico que florecía en sus reconciliaciones y que celebraban, yéndose de vacaciones sin mí. Más que para colaborar con ellos, la madre de mi padre, aceptaba mi custodia para conseguir de su único nieto, el auditorio que había perdido, cuando con pocos meses de diferencia, fallecieron mi abuelo y su hermana soltera. 
La casa había quedado desajustada de su entorno. Mientras el barrio se fue haciendo más comercial y varios edificios en altura se habían construido en la misma calle del hogar paterno, tanto la fachada como el interior, permanecieron detenidos en el tiempo. Incluso desde mucho antes en que la fuente de ingresos de mis abuelos, pasaran a ser sus haberes previsionales. 
Mi padre tampoco tenía inclinación por esa casa. Cuando planeó el nuevo hogar para su matrimonio, rechazó la conveniencia de construir en el fondo del terreno y prefirió comenzar su nueva vida, alquilando a varias cuadras, casi en los confines del pueblo. Hoy que regreso a revisar su estado, antes de ponerla en venta, para solventar los gastos del geriátrico de mi abuela, celebro que la valoración sólo contemple los aspectos materiales, como las dimensiones del lote, su ubicación y orientación. Si el empleado de la inmobiliaria, que efectuará la tasación, supiera la satisfacción que me producirá desprenderme de la casa, podría aprovechar para reducir el precio estimado y acelerar la operación. 
Mientras la recorro, veo que el único mobiliario que queda en el comedor y la casa, es la mesa rodante donde se apoyaba el televisor. Deteriorada, con la mayoría de sus bordes estropeados y con las cuatro rueditas semiderretidas por el calor y pegoteadas al piso de pino tea, después de años inmovilizada. 
Nadie mostró interés por ella, en la feria que organicé para vender los muebles, la vajilla, los cacharros de la cocina y todo lo que se acumula con el tiempo, si nadie muestra interés en el ordenamiento. 
Mi vista queda fija en la mesita y me devuelve los besos interminables que se daban en la boca los actores en la novela de la tarde, mientras mi abuela plancha y en la otra punta de la mesa del comedor yo, que me dedico a hacer la tarea, detengo la escritura para no arruinar el cuaderno y absorto trato de aprender la perfecta técnica del beso. Así murieron mis padres, abrazados, probablemente besándose. Viajaban en su auto por la Quebrada del Toro en la provincia de Salta, camino a San Antonio de los Cobres, festejando un nuevo reencuentro romántico. Distraídos, siguieron de largo en una curva. Había ido a visitar a mi abuela a la salida de la facultad. Ya no planchaba y yo hacía rato que había aprendido a besar. Mirábamos la tele, como siempre, para acompañarnos, cuando llamaron para informarnos del trágico accidente. Sentí la soledad del dolor y me abracé a ella. Sin las inútiles rueditas, se la enviaré al geriátrico, repleta de fotos con sus actores favoritos.

Nota: Releo con placer este hermoso cuento en el que lo que más me llamó la atención es el lugar que queda detenido en el tiempo. Porque siempre pienso que son los sentimientos -obstinados- los que quedan  adheridos a las superficies,  mientras éstas se desgastan.
Sin dudas, me encanta este relato para ilustrar o crear collage, como los que yo misma hice con la aplicación  digital que programé en Scratch.


lunes, 19 de julio de 2021

DIARIO DEL LIBRO TECNOLOGÍA CREATIVA 2


Ya falta menos para terminar mis ejercicios sobre Python del nuevo libro Tecnología creativa 2. (Que complementará a otro de Scratch y a  otras tecnologías en esta nueva obra.)

Resulta tan complejo didácticamente cuando pienso en atraer a alumnos y docentes hacia un lenguaje, no ya preprogramado con fines educativos como Scratch, que utiliza bloques para crear sus scripts,  sino un idioma de programación profesional, basado en texto como Python. 

Cómo despertar interés hacia la programación que para mí es tan apasionante. Ya que se requiere tiempo hasta que uno se da cuenta de que el más simple de los programas puede ser interesante en sí mismo y que no es necesario gran despliegue para presentar belleza.

En lo conciso, en lo eficiente reside la belleza de la Programación. En el mero hecho de ser un idioma que una computadora pueda comprender.

Y como es tradición entre los programadores, veamos el script para saludar al mundo en este hermoso lenguaje que, particularmente se caracteriza por su sencillez para expresarse (o sea por su fácil legibilidad):

saludo.py

print ("¡Hola mundo!")