miércoles, 18 de junio de 2014

LA LETRA MANUSCRITA

Escribir a mano -así como diseñar, dibujar o calcular- parecen tener muchos beneficios cognitivos respecto de sus homólogos electrónicos. Al respecto leía en el New York Times, un interesante artículo de María Konnikova.
Desde siempre me atraen los ejercicios combinados entre lo digital y lo manual, como maquetas (diseñadas en la compu) para recortar y armar a mano, dibujos hechos en forma digital para retocar o pintar a mano, la escritura a mano, textos y guías de trabajo digitales para completar a mano. O las letras manuscritas convertidas en fuentes, así como las fuentes de estilo "manuscrito".
No encuentro sentido a las dicotomías que pretenden enfrentar la tecnología con lo artesanal -muchos de los objetos que hacemos con la computadora son de estilo "artesanal" especialmente en la Programación, y otras veces lo "resuelto" con la computadora es de menor elaboración que  lo organizado sin ella, desde el resumen de un texto, la búsqueda de información en diversas fuentes, el dibujo de un mapa o un cálculo matemático-.
Alguna vez llegué hasta a pensar que en realidad ninguna "tecnología" era imprescindible para enseñar realmente, ni siquiera el lápiz y el papel.
Pero a la hora de elegir, prefiero la combinación de recursos de todo tipo, desde el papel hasta la tablet. Cualquier herramienta  puede resultar de gran significado si tenemos algo interesante que decir. 

lunes, 2 de junio de 2014

ELOGIO DE LA DIFERENCIA

Salvo algunas excepciones, los sistemas de igualitarismo forzado, me recuerdan al mito de Procusto.
Hace un tiempo leí sobre ello un interesante libro, "Elogio de la diferencia", en el que el autor, Vladimir Volkoff, hablaba sobre este mito como símbolo de la necesidad de "igualar" de las personas. 



Procusto era el apodo del mítico posadero de Eleusis. Era hijo de Poseidón, el dios de los mares, y por eso su estatura era gigantesca y su fuerza descomunal. Su verdadero nombre era Damastes, pero le apodaban Procusto, que significa "el estirador", por su peculiar sistema de hacer amable la estancia a los huéspedes de su posada. Procusto les obligaba a acostarse en una cama de hierro, y a quien no se ajustaba a ella, porque su estatura era mayor que el lecho, le serraba los pies que sobresalían de la cama; y si el desdichado era de estatura más corta, entonces le estiraba las piernas hasta que se ajustaran exactamente al fatídico catre. Según algunas versiones de la leyenda, la cama estaba dotada de un mecanismo móvil por el que se alargaba o acortaba según el deseo del verdugo, con lo que nadie podía ajustarse exactamente a ella y, por tanto, todo el que caía en sus manos era sometido a la mutilación o el descoyuntamiento.

ESCRITORES FANTASMAS

Hace unos años una periodista devenida en escritora (no pude reencontrar su nombre), en los Estados Unidos, comenzó a crear manuales escolares, especialmente sobre Historia. Según decía, había aún en ese país prejuicios y tabúes en relación a temas sensibles (como el racismo) que eran tratados sin mayor interés ni significado en los manuales. Prácticamente esta escritora estaba inaugurando la idea de manual escolar de autor.

Respecto de presentar un trabajo de manera anónima, como lo hacen muchos de los manuales y libros de texto (aunque figure muchas veces el autor -en algunos casos como "asesor"-, para las editoriales el diseño es más importante que el contenido, éste debe medir determinado número de caracteres, adaptarse a tales o cuales viñetas, etc., independientemente de que ello tenga sentido), dice la abogada e investigadora, Ivette Durán Calderón (y podríamos aplicarlo a la "producción de manuales escolares, entre otros productos "de la enseñanza"):

"¿Hasta qué punto es ético presentar como propio el trabajo de otro, aunque se obtenga su consentimiento? ¿No es acaso un engaño, aunque sea un engaño legal?
El escritor argentino Julio Cortázar escribió en uno de sus cuentos: “…las palabras podían ser vendidas pero nunca compradas, por más absurdo que parezca”, y en Suecia se condena a quien compra prostitución, a quien la vende (es decir, al hombre, generalmente, que va y le dice a una mujer, “¿Cuánto?”, no a la prostituta). Yo creo que ambos ejemplos podrían o deberían aplicarse a la literatura. El criminal es el que paga al escritor fantasma y firma el libro, no el pobre hombre que luego de quemarse los ojos para aprender el oficio de escritor tiene que trabajar por 1 euro la hora (o 100, me da igual) para una persona que está engañando a todo el mundo. Es decir, el escritor fantasma debería poder cobrar el adelanto y luego estar en su derecho de denunciar a la persona que ha demandado el servicio. Es que me parece despreciable y aberrante que una persona pague para decir que ha escrito un libro.(...)
Los llamados escritores fantasmas, escritores por encargo, escritores sin firma, escritores negros o negros de la literatura adquieren gran popularidad en el mundo gracias a los actuales medios de comunicación y al apogeo de las nuevas tecnologías.(...)"

domingo, 1 de junio de 2014

LIBERTAD

Qué grande Marcelo Birmajer, cuando responde en el programa Cuatro sillas por qué le encanta Julio Iglesias, ¡¡ y le sorprende que a los demás no les guste!!
Un escritor excelente, este Birmajer. Sus primeros artículos se publicaron en al periódico Nueva Presencia, (que salía con el Di Presse, donde papá escribió desde siempre y dirigió un tiempo.)
Y Birmajer  no sólo escribe cuentos, guiones y novelas, ¡también historietas!