lunes, 2 de junio de 2014

ESCRITORES FANTASMAS

Hace unos años una periodista devenida en escritora (no pude reencontrar su nombre), en los Estados Unidos, comenzó a crear manuales escolares, especialmente sobre Historia. Según decía, había aún en ese país prejuicios y tabúes en relación a temas sensibles (como el racismo) que eran tratados sin mayor interés ni significado en los manuales. Prácticamente esta escritora estaba inaugurando la idea de manual escolar de autor.

Respecto de presentar un trabajo de manera anónima, como lo hacen muchos de los manuales y libros de texto (aunque figure muchas veces el autor -en algunos casos como "asesor"-, para las editoriales el diseño es más importante que el contenido, éste debe medir determinado número de caracteres, adaptarse a tales o cuales viñetas, etc., independientemente de que ello tenga sentido), dice la abogada e investigadora, Ivette Durán Calderón (y podríamos aplicarlo a la "producción de manuales escolares, entre otros productos "de la enseñanza"):

"¿Hasta qué punto es ético presentar como propio el trabajo de otro, aunque se obtenga su consentimiento? ¿No es acaso un engaño, aunque sea un engaño legal?
El escritor argentino Julio Cortázar escribió en uno de sus cuentos: “…las palabras podían ser vendidas pero nunca compradas, por más absurdo que parezca”, y en Suecia se condena a quien compra prostitución, a quien la vende (es decir, al hombre, generalmente, que va y le dice a una mujer, “¿Cuánto?”, no a la prostituta). Yo creo que ambos ejemplos podrían o deberían aplicarse a la literatura. El criminal es el que paga al escritor fantasma y firma el libro, no el pobre hombre que luego de quemarse los ojos para aprender el oficio de escritor tiene que trabajar por 1 euro la hora (o 100, me da igual) para una persona que está engañando a todo el mundo. Es decir, el escritor fantasma debería poder cobrar el adelanto y luego estar en su derecho de denunciar a la persona que ha demandado el servicio. Es que me parece despreciable y aberrante que una persona pague para decir que ha escrito un libro.(...)
Los llamados escritores fantasmas, escritores por encargo, escritores sin firma, escritores negros o negros de la literatura adquieren gran popularidad en el mundo gracias a los actuales medios de comunicación y al apogeo de las nuevas tecnologías.(...)"

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