martes, 10 de noviembre de 2020

LAS PSICOSIS INFANTILES EN LA CONSULTA DE PEDIATRÍA, Antonio Pombo Sánchez PARTE II


LA PSICOSIS INFANTIL 
En general, definiremos como psicóticos aquellos niños que continúan anclados rígida y anacrónicamente en un estadío afectivo e intelectual que Piaget denominaba mágicoanimista o intuitivo-simbólico en el que el pensamiento y el razonamiento se rigen por mecanismos prelógicos. Son niños que no distinguen entre su realidad interna (sus fantasmas y sus fantasías) y el mundo externo, de manera que vivencian sus miedos como realidades inmediatas, masivas y oceánicas. Es un trastorno que afecta al desarrollo y la personalidad del niño. 

A modo de esquema expositivo abordaré las psicosis infantiles por el siguiente orden: 
1. Brote psicótico agudo; 
2. Psicosis disarmónica; 
3. Psicosis deficitaria;
4. Esquizofrenia del adolescente y 
5. Autismo. 
 
1. Brote psicótico agudo 
Me referiré aquí al niño psicótico “florido” “exuberante”. Se trata de niños con una gran inquietud psicomotriz; son verborreicos, desbordantes, con una comunicación inconexa sin hilo de continuidad y sin sentido aparente. Es la voz del inconsciente que habla crudamente en ellos expresando directamente acciones y fantasías. Nos dan la impresión de que la expresión verbal fragmentada y zigzagueante que presentan es el resultado de una lucha entre la emergencia de dichas fantasías “salvajes” y las psicodefensas demasiado frágiles que intentan intervenir para controlar unos contenidos que finalmente les desbordan. 
Se podría ejemplificar como ese niño que pretende abarcar con sus manos un gran montón de canicas y que continuamente se le caen y constantemente él recoge, siendo el cuento de nunca acabar. 
 
2. Niños psicóticos disarmónicos 
Las psicosis disarmónicas generalmente se manifiestan a partir de los 4-5 años de edad. Estos niños suelen mostrarse como petrificados adoptando muchas veces posturas corporales ridículas y poco armoniosas como igualmente faltos de armonía están su propio desarrollo psicobiológico e intelectual en el que se producen desfases, fallas y lagunas, coexistiendo con resultados brillantes en otras áreas. Es frecuente que presenten importantes déficits instrumentales pudiendo afectar éstos al grafismo, esquema corporal, espacio-temporalidad, lateralidad y lenguaje. Estas situaciones clínicas hacen pensar en ocasiones a los adultos y padres si estos niños les estarán “tomando el pelo”, lo que no hace sino revelar la incapacidad de aquellos para comprender y valorar la gravedad de la situación. Bastantes padres de estos chicos pertenecen al tipo de lo que podríamos denominar padres y madres “flotantes” por la sensación que producen de inconsistencia, vaguedad, lejanía, inasequibilidad, y expresión paradójica en la manifestación o expresión de sus sentimientos. 

3. Niños psicóticos deficitarios 
Maud Mannoni llegó a negar la existencia de la deficiencia mental; para ella, todos los oligofrénicos eran, primitivamente, psicóticos. Sin llegar a tales extremos, afirmamos que hay niños en los que el desarrollo intelectual y afectivo se vieron gravemente perturbados desde un comienzo a causa de una sinergia o interferencia mutua de ambos procesos motivada por factores patógenos y traumáticos dando como resultado final la existencia de un niño al que se diagnostica con frecuencia de deficiente mental y que termina introducido en el circuito de la escolarización o institucionalización especial. 
Esta forma de psicosis no ha sido aislada en la clasificación francesa. Algunos autores describen factores emocionales que originarían la inestructuración de las bases necesarias para el desarrollo del conocimiento intelectual y para el aprendizaje. En otros casos, lo que aparece masivamente de entrada es una grave carencia instrumental. 
Afecciones orgánicas como el síndrome X frágil, encefalopatías víricas, anomalías cromosómicas, enfermedades metabólicas y algunas facomatosis deben ser buscadas sistemáticamente ante todo niño que evoque la hipótesis diagnóstica de psicosis deficitaria. 
Cercanas a las psicosis se encuentran las Disarmonías Evolutivas. Este diagnóstico deberemos reservarlo para aquellos niños que partiendo de “baches”, “lagunas” o “desfases” en su desarrollo, llegan a alcanzar con el tiempo un funcionamiento básicamente adaptado aunque los movimientos re-evolutivos hayan tenido lugar de una manera atípica y disarmónica. 

4. Esquizofrenia del adolescente 
Cuanto más frágil e inmaduro sea el yo del sujeto, cuanta mayor dependencia regresiva muestre en relación a las figuras parentales y cuanto más próximas se hallen estas condiciones de la edad de la adolescencia, mayores riesgos hay de un deslizamiento hacia una organización esquizofrénica de la personalidad en la que predominan de tal forma los procesos disociativos y el alejamiento de la realidad que le incapacitarán en el plano escolar, familiar y relacional, aparecerá actividad sintomática positiva (delirios, alucinaciones…), y negativa como el empobrecimiento de las capacidades y rendimientos del sujeto que queda recluido dentro de la familia o, en el mejor de los casos, en una situación muy por debajo de lo que cabría esperar antes del brote esquizofrénico. 
No olvidaremos la esquizofrenia de origen muy precoz que es aquella que tiene su origen antes de los 13 años de edad. Es un subtipo de esquizofrenia que tiene una historia vital de anormalidades del desarrollo muy diversas y antecedentes familiares de esquizofrenia, lo que daría lugar al fenómeno de anticipación genética que consiste en que un determinado trastorno va apareciendo en las sucesivas generaciones a una edad más temprana y de un modo más severo. 

5. Autismo 
Autismo deriva de autos que significa sí mismo; este término fue descrito por primera vez en el año 1911 por Bleuler para describir pacientes adultos con esquizofrenia, pero es en 1943 cuando L. Kanner describe esta afección específica de la primera infancia. 
En los inicios del siglo XIX la patología mental del niño estaba considerada como el resultado de una deficiencia intelectual. En el año 1888 Moreau de Tours en su obra La folie chez l’enfant respondía negativamente a la existencia de una psicosis o locura en el niño pequeño. Más tarde J. Lutz describiría formas de psicosis en el niño que supone análogas a las del adulto siguiendo las descripciones de Kraepelin y Bleuler, pero no considera la posibilidad de una eclosión precoz de los trastornos psicóticos en el niño. 
Leo Kanner en su primer trabajo publicado describía once niños de edades comprendidas entre los 2 años y ocho meses y los 8 años en los que el trastorno fundamental consistía en la imposibilidad de establecer relaciones normales con las personas y para reaccionar normalmente a las situaciones desde el principio de su vida. En la clasificación del DSM IV el autismo se incluye dentro de los trastornos generalizados del desarrollo, en el CIE 10 de la OMS se mantiene el mismo criterio nosográfico. 
En la clasificación francesa de los trastornos mentales del niño y del adolescente, el autismo se incluye dentro de las psicosis infantiles precoces. R. Misés renovó el cuadro nosográfico del autismo. La mayor parte de los autores franceses consideran con él que el autismo tal y como lo había descrito Leo Kanner solamente constituye una forma bien aislada y característica pero una forma entre otras de trastornos muy precoces de la personalidad, con desorganización del yo, del aparato psíquico y de su relación con el mundo externo. 

Síntomas y signos en los primeros 6 meses de vida (S. Fraiberg, D. Houzel, M. Soulé): 
• Ausencia de intercambio con la madre, indiferencia a la voz y al rostro de la madre, ausencia de intercambio de la mirada con la madre, desviación de la mirada. 
• Excesiva quietud o agitación desordenada. 
• Falta de ajuste postural, ausencia de actitud anticipatoria. Hipertonía o hipotonía sin lesión neurológica que la explique. 
• Retroceso de los procesos perceptivos: indiferencia hacia el mundo sonoro. 
• Trastornos graves del sueño: insomnios “tranquilos”, “blancos”. 
• Trastornos oroalimentarios con falta de succión. Síntomas y signos entre los 6 y los 12 meses de vida: • Fijación de la mirada en luces y objetos giratorios. Juegos manuales ante los ojos. 
• Interés por objetos insólitos frecuentemente duros, contrastando con el desinterés general por el mundo que le rodea. 
• Ausencia de angustia ante el extraño. El segundo organizador de Spitz, testimonio de la capacidad del bebé para representarse mentalmente a su madre, no existe en el bebé autista. Síntomas y signos entre los 12 y los 24 meses de vida: 
• Se confirman todos los anteriores. 
• Ausencia de señalamiento protodeclarativo. 
• Los juegos de “hacer como si” están generalmente ausentes. 
• Las primeras palabras se utilizan muy tardíamente, lo mismo que las primeras frases y la utilización del yo. 
• Miedos y fobias a ruidos mecánicos. 
• Manifestaciones de autoagresividad. 
Todos estos síntomas y signos toman significación en la relación interactiva del niño con su entorno. Ninguno es por sí solo suficiente y el diagnóstico sólo puede surgir del reagrupamiento de varios de ellos así como de la comprobación de su persistencia en la evolución del niño. No debemos olvidar que las carencias afectivas y las depresiones precoces pueden presentar una clínica similar pero los trastornos desaparecen si se establecen las condiciones afectivas satisfactorias.

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