Hace unos meses y con motivo de unos cursos sobre Lengua con Web 2.0 que estaba preparando para docentes a través de la Universidad de San Andrés, releí un material que escribí hace algunos años llamado "Posdata" que si bien usamos en las escuelas nunca fue publicado como CD ni libro.
No obstante, allí continué con mi "Diario del libro" que acompaña todos mis textos desde 1996, y me gustó mucho este párrafo relacionado con la muerte de mi padre:
No obstante, allí continué con mi "Diario del libro" que acompaña todos mis textos desde 1996, y me gustó mucho este párrafo relacionado con la muerte de mi padre:
"Lunes 3 de Julio de 2006 Cábala
Ejemplo de calendario judío |
Era común que papá recibiera sobres de diversos
tamaños y cartas, ya que al ser periodista durante tantos años, tenía todo tipo
de informaciones y notas.
A pesar de haber seguido en actividad hasta muy
avanzada edad, y por lo tanto haber
continuado recibiendo regularmente sobres con notas, cartas y postales, al
final de su vida, yo pensaba que papá se moriría cuando dejase de recibir la
última carta, y me preocupaba ver cómo cada vez raleaba más su correspondencia,
especialmente en los últimos años, en que muchos de sus colegas, amigos o
lectores ya no estaban vivos.
Cuando ya era anciano y dejó de trabajar por completo,
aún recibía un almanque israelí que le enviaba una prima mía y que colgaba de
la pared de su escritorio.
Esos últimos almanaques, que en general se envían por
cortesía, representaban para mí un hecho fundamental, pues entonces empecé a
considerar que reflejaban su vigencia. Mientras hubiera calendarios para papá,
él viviría.
Su escritorio conservaba muchos de sus intrumentos de
trabajo y recuerdos, ya casi inmovilizados durante esos últimos años, pero que
nunca quise mover de allí hasta el día en que retiré todo, cuando supe en forma
cabal que él ya no saldría del coma respiratorio en el que había entrado pocos
días antes, y temí que alguien robara sus cosas, ahora ya huérfanas.
Apoyé todas
esos objetos y papeles en la mesa del comedor de mi casa, y permanecieron sin
revisar por muchos días hasta después de fallecer papá. Eran cartas, postales, manuscritos, fotos,
lapiceras.
Mi cariño hacia él conservaba la ingenuidad de cuando
era chica, hasta el punto de llegar a estimar la cantidad de años que aún
podría seguir vivo, que "acordamos" en que seria aproximadamente “hasta los 96”. Pero
no llegó, falleció poco antes de cumplir 94.
Hace poco, en
ocasión de ir a grabar uno de los micros que hice para la televisión, sentí
necesidad de llevar algún objeto que me diera suerte durante la grabación.
Entonces se me ocurrió buscar entre los recuerdos que guardo de él, y decidí
llevar en el bolsillo la lapicera que él utilizaba."
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