Y como no quise sumar una dificultad a su posibilidad de aprendizaje, le propuse otras alternativas, alguna sin computadora.
Quiero ayudarlo a él y a los demás a destrabar.
En su momento lo vi luchando para resolver un rompecabezas y volver una y otra vez al juego cuando lo había logrado.
Ahora quiere otros juegos, quiere triunfar sobre lo que hace, no aburrirse.
En otros grupos quise que no sólo jugaran con DINERO, DINERO sino que agregaran las imágenes de los billetes desde el 200 e hicieran pequeños cambios en el código. Pero descubrí que pocos sabían hacer el cálculo mental del tipo 100 + 50, o 100 +100 + 50 + 20.
Pienso que aprender a sumar números seguidos de ceros seria tan directo y fácil (un atajo dentro del cálculo mental, para poder incentivarlo) y no se aprovecha en la escuela.
Si añadimos que muchos niños no saben leer ni escribir, el conjunto de situaciones hace peligrar su progreso y amenaza con un estancamiento cognitivo a futuro.
Quisiera que escriban y que puedan sumar, que adquieran la noción de número. Que si van a agrandar el tamaño en pixeles de un sprite, no propongan a un objeto que tiene 100 (es un procentaje en realidad), agregarle 1.
Tengo la sensación de que aprender a escribir y leer no sería inalcanzable para una mayoría de niños y les abriría un enorme universo. La suma les daría seguridad y podrían calcular o estimar cuando pagan algo o les dan un vuelto. ¡Nadie sale de compras con una calculadora!
Decidí postergar por ahora el proyecto DINERO, DINERO, y continuar por otro lado.
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