Sospeché que a Toker le habría pasado algo porque ya no me llegaban sus mails. Los enlaces que le mandaba cada tanto de mis micros para televisión se los mostraba a sus nietos y, así, seguimos esa relación "epistolar", haciendo tiempo, hasta que pudiera verlo y entregarle los libros de papá para una posible traducción. Pero nos abandonó antes...
Por absurda simetría, tampoco papá pudo traducir el Martín Fierro al idish, tarea para la que sospecho tampoco había muchos candidatos...
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