domingo, 19 de octubre de 2014

COFRE Y JERUSALÉN

Lo que más me gusta recibir de mi hija en alguna fecha importante es lo que ella produce con sus propias manos. Miro, por ejemplo la caja-cofre que hizo esta vez con palillos de madera, goma eva, flores brillantes y brillantina, y el tul que le colocó adentro y repaso mentalmente la forma en que creo que la llevó a cabo. Siempre es un enigma para mí la hechura.

Y por otra parte  elegí como regalo -comprado- del Día de la Madre esta novela gráfica que venía hojeando desde hace un año en la librería, asegurándome de que seguía estando allí y observando cómo subía de precio. Me parecía demasiado y no estaba tan segura de comprarla.
Como no quise elegir nada demasiado caro ni tampoco algo demasiado común, me acordé de este libro. Y creo que no me equivoqué.

JERUSALÉN


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