lunes, 2 de junio de 2014

ELOGIO DE LA DIFERENCIA

Salvo algunas excepciones, los sistemas de igualitarismo forzado, me recuerdan al mito de Procusto.
Hace un tiempo leí sobre ello un interesante libro, "Elogio de la diferencia", en el que el autor, Vladimir Volkoff, hablaba sobre este mito como símbolo de la necesidad de "igualar" de las personas. 



Procusto era el apodo del mítico posadero de Eleusis. Era hijo de Poseidón, el dios de los mares, y por eso su estatura era gigantesca y su fuerza descomunal. Su verdadero nombre era Damastes, pero le apodaban Procusto, que significa "el estirador", por su peculiar sistema de hacer amable la estancia a los huéspedes de su posada. Procusto les obligaba a acostarse en una cama de hierro, y a quien no se ajustaba a ella, porque su estatura era mayor que el lecho, le serraba los pies que sobresalían de la cama; y si el desdichado era de estatura más corta, entonces le estiraba las piernas hasta que se ajustaran exactamente al fatídico catre. Según algunas versiones de la leyenda, la cama estaba dotada de un mecanismo móvil por el que se alargaba o acortaba según el deseo del verdugo, con lo que nadie podía ajustarse exactamente a ella y, por tanto, todo el que caía en sus manos era sometido a la mutilación o el descoyuntamiento.

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